lunes, 23 de abril de 2012

La magia de ser niños, ¿por qué somos más creativos de pequeños que de adultos?


Un adulto creativo es un niño que ha sobrevivido.

¿Es cierto que los niños son, en general, más creativos que los adultos? Lo que sucede, simplemente, es que no tienen tantos bloqueos y barreras mentales que impidan, como sucede en la mayoría de adultos, que las ideas fluyan libremente. Una tele, un coche, un barco, un aeropuerto, un almacén para animales, un trineo… una caja de cartón vacía puede convertirse en cualquier cosa: el único límite es nuestra mente.
Precisamente porque a menudo ser creativo es poder ver la realidad con unos ojos distintos, despojados de convenciones, de presupuestos o de prejuicios. La educación, en general, no hace más que convertirnos en personas adultas descreídas, demasiado críticas, impacientes e incapaces de ver un simple objeto desde puntos de vista complementarios y alternativos.
La creatividad infantil no es un mito, es una realidad. Los niños juegan con libertad con los conceptos (¿os acordáis del “Gatolupa” de Guille, el hermano de Mafalda?) y efectúan operaciones laterales y paralelas con su pensamiento que los adultos hemos sustituido por un aburrido e improductivo pensamiento vertical.
El otro día, en un almacén, dos niños estaban jugando. Al ver un montón de paja (esas virutas alargadas que se usan para cajas de fruta, etc.), uno le dice al otro. “¿Qué es eso?” Y el otro le contesta, “para los hamsters, no lo ves”? Magnífica reacción lateral de la mente, extraordinaria capacidad para pensar “out of the box”. Lástima que, inexorablemente, gracias a la “educación” y al “mundo serio”, la mayoría de adultos acabemos convertidos en personas unidireccionales, unidimensionales e incapaces de ver las cosas de manera fresca y divertida.
Reflexión personal: A medida que vamos creciendo vamos aprendiendo cosas nuevas a través de las sensaciones que las experiencias de la vida nos producen, así vamos creando nuestra propia forma de vida, pero eso se paga a un precio el del prejuicio y los presupuestos que nos condicionan a la hora de actuar libremente sin preocuparnos ya que pensamos más en que opinarán los demás que en lo que nos gusta a nosotros mismo. Nos criamos en sociedad y divididos socialmente, nos preocupan las comparaciones y lo que se llama socialmente “normal” por eso a veces por vergüenza o por miedo no dejamos volar nuestra imaginación.

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Trabajo realizado por:
Cristina Cerezo Oteros

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